Bajo una marca oscura y arbitraria,
por fuera estoy tan fría como el hierro.
Ocupo una entidad y la contraria.
Una mujer que vive y va a su entierro.
Parece que me oprime mi adversaria,
peleo por salirme del encierro.
Con una atemporal indumentaria,
vuelo en la sombra que acompaña al perro.
La luz, a veces hálito, se trunca
y se me enreda la palabra nunca.
No alcanzo a que mi doble se despierte.
Tal vez es un recuerdo y ya no existe,
y yo soy el fantasma solo y triste
que observa desde el lado de la muerte.
Rosales
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