Retuérceme la nuez como al tornillo
o dame puñaladas en el pecho,
que alumbro cuando sangro, cuando chillo
si tiembla hasta la lámpara del techo.
Hostigame a navaja y a cuchillo
y muestra tu miseria y tu despecho.
Apunta con el dedo en el gatillo
y siéntate a pensar "qué bien lo he hecho".
Recibe el alimento de tu herida,
aprecia el fuego que arde en cada yema
y sé golpe de luz o sacudida.
Avanza en la amargura más extrema,
entrégate a la muerte y a la vida.
Escupe tu dolor. Soy el poema.
Rosales
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