domingo, 8 de septiembre de 2024
Cuerpo
Destino
Horizonte
"La tristeza, por triste, va tristeando"
(Luis María Pérez Martín )
La tristeza es un alto colmo de espanto,
el oscuro horizonte, rabia de luto,
es quien dice al oído: " ya no me aguanto,
porque muere una tregua casi al minuto".
Es un perro que avanza, gruñe, me asusta
y a menudo, incansable, vuelve a mi encuentro.
La tristeza se acopla, rancia y vetusta,
a un hogar donde siempre llueve hacia dentro.
Me susurra que hay miedos, huesos y ruinas,
que a los hombres les crecen sombras dañinas
y sostiene haber visto mares de lodo.
La tristeza me sueña, grita, me miente,
me encadena a los hilos, falsa y demente.
Ella tiene, por triste, culpa de todo.
Rosales
Súplica
Inerme
Topacio
Quizá
domingo, 1 de septiembre de 2024
El tercer crepúsculo
“Sólo
los dioses pueden prometer, porque son inmortales” -Borges-
PREMIO DE POESÍA JOSÉ ANTONIO TORRES
2024
la métrica del día,
quién va a escalar la cumbre
de la aurora
cuando el yo de mi piel se
haya esfumado.
Si soy de hueso y sangre en
el declive
y nadie está mirando por los
ojos
que me observan ahora,
¿quién abrirá el balcón de
la mañana?,
¿quién errará por mí cuando
yo falte?
La crónica del alma
recurrente,
tras una vaga luz que se
disipa,
intuye su declive en el
futuro.
El corazón se cansa hasta el
entierro
y labra el monumento del
olvido.
Hubo una vez un tiempo
donde fui inmortal como los
dioses,
igual de indestructible que
los muertos,
pero mi sombra y yo nos
vigilamos
al escribir las dos este
poema.
Cuando ella usa sus manos,
por dentro yo soy magia y
resplandor,
soy una multitud, eterna,
alada.
Detrás del universo de los
hombres,
un sueño contenido en otro
sueño,
soy muchas a la vez, toda la
suma
del número de formas que he
ocupado.
Como única mujer sobre la
tierra,
soy todas las mujeres de
este mundo.
Me aguarda la amplitud del
infinito
como a una estrella
itinerante y blanca,
presiento a qué lugar irá la
lluvia
y me encamino a conocer
quién soy.
Cuando vistan de oscuro el
firmamento,
jamás sabrán que ya me habré
marchado
las cosas diminutas y queridas
en la disgregación del
alfabeto
del término preciso de mi
casa.
Hasta que vuelva al mundo en
otro rostro,
quien ya no soy se irá con
sus recuerdos
y volverá el amor a su ejercicio.
No vayan a asombrarse,
las puertas no se cierran
para siempre
y el tiempo es un espacio entre
dos fechas.
Me escucharán después
en la memoria de otro
y soñarán conmigo los espejos
sobre blandas pirámides de
ausencia
porque estaré, también,
esperándome,
como un pájaro rojo, un
bosque claro
o el corazón de un mágico
destello
tras el delgado rostro de la
muerte.
Rosales
Devenir
Ave futura