domingo, 2 de noviembre de 2025

Desafío

 




 

 

La unidad de la carne se estremece

antes de atravesar el humo negro.

Tu amenaza, otra vez, me zarandea

y elevas, Ansiedad, una inquietud

helada y definida.

 

Detente. No me mires con tus ojos,

pues soy bastante más de lo que ves:

conozco los secretos de la luz

de una canción eterna e imprescindible

y llevo oculto un mar de escalofríos

debajo de la piel que me protege

mientras trenzo prodigios de la nada.

 

Soy fuerte, mucho más fuerte que tú

y sé que, tras las crisis, hay belleza.

 

Prefiero ver lo bueno de las cosas:

el gesto de quien ríe mientras sana

después de haber luchado contra el miedo

y cuelga un nuevo sol entre las nubes.

 

Aléjate de mí. No vuelvas más,

que amo a mi otro yo, de carne y sueños,

un cúmulo de ráfagas e instantes,

aquella que se alarga en el poema

cuando del hondo infierno se levanta

desde una doble y misma perspectiva

para llegar a ser, sin duda alguna,

un corazón en paz, valiente y libre.

 

Aquí, con mi verdad, estás de sobra.

“Estrés” y “Sobresalto” se deshacen

mientras noto que el pánico decrece.

 

 Tu tiempo está acabándose, Ansiedad.

Me alejo de un capítulo difícil

y, desde el fondo de mi alma, canto.

 

Liberada del ti, me siento viva.

Ante el brillo de un nuevo amanecer

donde me abrazo, alegre, a la esperanza,

el cielo, mansamente, me sonríe.


Rosales




 

 

 

 

 

 

 

 


Sangrar

 



Escarba bajo el polvo como un perro,
dedícate a sangrar desde el olvido,
hechiza con tu máscara de hierro
o muestra una señal en un descuido.
Procura darme lástima en tu entierro
o lanza un globo sonda y un cumplido.
Regresa cuando quieras del destierro.
Intenta conquistar lo que has perdido.
Ajústate el disfraz de buena gente
y cómeme el oído con la mente
o dime que sin mí no te soportas.
Afirma que, entre muchos desacuerdos,
tenemos unos épicos recuerdos.
Ahora ni me engañas ni me importas.


Rosales



Espina

 



La espina se me clava sin aviso.
El sol es un diamante gris oscuro.
Se cierne el duradero compromiso
de un trágico final, y prematuro.
El tiempo es un relato breve y liso.
La muerte es quien aguarda en el futuro.
Los sueños se deshacen bajo el piso.
La tierra es solo el canto que murmuro.
No soy la propietaria de mis huesos,
estoy bajo la piel como los presos,
como un poco de lumbre que camina.
Mi sangre no se ajusta a su ADN,
intuye desde dentro lo que viene:
la rápida existencia y una espina.
Rosales



Felicidades, Juan nadie (de Juanjo Lorenzo, Sonia del Campo y María Rosales)

 


Detrás del horizonte hay un artista,
un hombre que es gallego y andaluz.
Lo mismo escribe un prólogo intimista
que azota con su verso de ola y luz.
Trilero y gran señor funambulista,
Figura del soneto a contraluz
que rima con agrado sin arista
las notas que dispara su arcabuz.
En frente de este público anhelante,
hay un cuerdo y vivaz chirigotero
que maneja con guantes la ironía.
Tiene todos los premios por delante
porque no hay quien le ponga un solo pero
a su esdrújula y loca poesía.


Rosales del Campo, Juanjo