Un tanto peculiar, como una sombra,
la calle ni me alumbra ni me espera.
Igual que una mujer que nadie nombra,
jamás me ven del todo a la primera.
Me cubro con el aire de la alfombra
y habito un poco aquí y un poco afuera.
Detrás de una palabra que se asombra,
estoy entre la luz y la trinchera.
No llego nunca a tiempo a la alegría,
la nada me conoce, pura, mía
y duermo con el ojo en la ventana.
Ninguna parte está en mi itinerario,
conmigo misma viajo en solitario
soñando bajo el cielo de mañana.

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