Tengo cicatrices que no se pueden ver”.
~ David Bowie ~
Cerebro y corazón, con rostro opaco,
se crispan al cruzarse una dolencia.
Por ese gesto límite y maniaco,
estudian el diagnóstico a conciencia.
Les une la tristeza al hueso flaco.
Regresan al estado de emergencia.
Aunque es normal el músculo cardiaco,
prohibida está la frágil apariencia.
El golpe de la sangre, el estropicio,
sobre un pulmón de estiércol y desdén,
rescata una tragedia del recuerdo.
Cuando concluyen esos dos el juicio,
el corazón afirma: "no estás bien"
y dice la razón: "ni tú estás cuerdo".
Rosales

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