Mostrando su desdén, en la tarima,
afea el gesto, bárbara, suprema,
y escupe que mi súplica da grima.
Subida al pedestal -pero qué mema-,
está harta de escribir, de que la exprima.
No quiere desnudarse en el poema
por una breve cuota de autoestima.
Le pido por favor que alargue el plazo.
Me ofrece su desprecio y da un portazo
y en humo y aerosoles me disperso.
¿Y para que necesitas tú a las musas? Tus sonetos son siempre obras de arte,con o sisn musas ayudando. Tienen un toque personal que te define como poeta. Gracias por compartirlos. Un abrazo
ResponderEliminar