lunes, 13 de noviembre de 2023

Rayo

 


De lo que había, amor, no queda nada.
Vegeto bajo el alma fría y hueca,
el tiempo es una arteria desangrada,
mi risa, la antesala de una mueca.

No queda más que el rayo en la fachada,
la ausencia de latido en la muñeca,
el roto de una piel abandonada.
El tiempo es una inhóspita hipoteca.

No queda más que estrépito y negrura,
la marca de una inmensa mordedura,
y estoy fuera de mí, en ninguna parte.

Con un puñal clavado con tu nombre,
buscándote en el cuerpo de otro hombre,
no queda nada, amor, después de amarte.


Rosales





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