No tengo que aclararle a nadie nada,
una parte de mí sale en las fotos.
También soy quien, discreta y reservada,
camina sobre los cristales rotos.
Como en un sueño dentro de otro sueño,
un eco que se aleja de la muestra,
habito un cosmos mágico y pequeño
y cada decepción es mi maestra.
Es un mundo invisible y palpitante
donde el amor se llama poesía.
Allí mi soledad es importante
porque, ausente de lírica, vacía,
la luz se le atraviesa en un instante
y toda la belleza es solo mía.
Rosales
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