Las almas de programa y alquitrán
ni sueñan ni se miran hacia adentro.
En lo superficial tienen su centro
y dan autoridad al qué dirán.
No saben lo que crea quien se aburre,
el que escapa del molde y es distinto,
e imagina en su propio laberinto
un programa mental que luego ocurre.
Su vida es decadente y es finita,
una cárcel, un cuerpo, una cadena
sobre la prisa de un reloj de arena
que anuncia que se acaba la visita.
Esquiva al dominante y sus complejos,
te quiere acomodar a su ignorancia.
Inventa otro camino, pon distancia
en la aventura de volar más lejos.
Rosales
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