jueves, 24 de agosto de 2023

Sobre todas las cosas

 



(Segundo premio en el XXXII certamen nacional de poesía "Pan de Trigo" de La Solana, Ciudad Real)

Me abraza tan fuerte que llego a temer por la continuidad de mis huesos.
No ambiciona mi cuerpo, sino arrebatarme el corazón desde la boca
y llevárselo consigo.
Me aprieto contra su pecho
con el propósito de que mi latido se ajuste al suyo
para conformar una rítmica proporción indivisible,
separados apenas por unos centímetros de piel
-y deshacerme y olvidarme-.
Porque está hecho de gotas de lluvia,
porque es el resplandor del sueño frente al mar,
jamás he conocido semejante manera de querer.
Se despide, y me ausento del mundo
con mi dolor violeta en el costado.
Tengo que subir las persianas, ocuparme de los asuntos cotidianos,
sobreponerme -como si no pasara nada-,
hacer la compra, concentrarme en el trabajo, pensar en un poema.
Llevo dentro de mí a una niña que no para de llorar.
¿Volverá?, ¿volverá otra vez o será hoy cuando lo pierda definitivamente?

Se marcha, y aún sigue intacta la huella de su mano sobre mi pelo,
la caricia de su voz en mi oído,
y ese abrazo que pretende apoderarse
de lo que hace mucho tiempo es ya enteramente suyo,
mientras deja mi corazón sin ropa
y a mí, desnuda.

Pido una tregua. Me quiebro.
A las afueras de mí, de pie y temblando,
entre cristales de fuego,
escapan las ideas como pájaros.
Nunca será. No seremos
los que van por la calle de la mano,
pero nos vemos en sueños
en la historia de amor donde soñamos.
Se resquebraja el aliento
del músculo doliente, mustio y pálido
que me interroga en el pecho:
¿qué ha pasado?,
¿qué ha pasado?

Tengo la costumbre de quererle
-no alcanzará jamás a saber cuánto-.
Lo que ayer era edificio de luz es hoy escombro y ruina.
Que me lleven las horas del futuro.
Que vengan y me lleven a recortar truenos hasta que el horizonte acuda a buscarme
y pueda volar sobre el agua;
y que regrese como fuerza de la naturaleza, como rayo estremecedor
para alcanzar su forma
de lluvia
inabarcable,
cósmica fracción extraviada de mí misma,
hasta configurar con él una deslumbrante, única y sobrecogedora tempestad,
mientras deja mi corazón sin ropa
y a mí, desnuda.


Rosales 


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