Ligera como un grave desencuentro,
como un siglo de asedio y pesadumbre,
la carga en que se estrecha la costumbre
o el caos cuando grita desde dentro.
Ligera como el muerto en la derrota,
un amor imposible que se estrella,
el mensaje sin mar y sin botella
en la historia de un drama para nota.
Ligera como un dedo en el gatillo,
como una despedida en el bolsillo
o un exceso de lágrimas y espanto.
Liviana de verdad, soy sangre y plomo,
de lastre inaguantable, un cuándo, un cómo
me he olvidado de mí al quererte tanto.
Rosales
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