La siento al lado, noto que me mira,
pero nunca se acerca ni me toca;
es ella la que abraza lo que expira
y a todos nos iguala y nos coloca.
Percibo su presencia si respira.
Mastica pensamientos con la boca.
A una puesta en escena de mentira
me dice que la vida me convoca.
Unas veces aterra, otras me hechiza.
Antes de ser de polvo y de ceniza,
insiste en lo que vengo a enumerar:
en no dejar el cuerpo para luego,
calcinarse del todo a labio y fuego,
y quemarse la piel de amar y amar.
Rosales
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