Tengo unos azulejos para darte,
los hilos de un poema, y ecuaciones,
tengo fotos de las constelaciones
que tomo desde el término de Marte.
Tengo también un sol haciendo pellas
y el luminoso cielo taciturno
es el idílico jardín nocturno
donde celebran bodas las estrellas.
Tras una idea triste, otra alegría;
tengo dos noches para cada día
y una intención que vale como excusa.
Una pregunta en llamas abre fuego
y vuelan las palabras sobre el ruego
de que vuelvas conmigo, amada musa.
Rosales
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