Por fin estás ahí, dime, ¿volvías?
Al no encontrarte presentí tu baja;
te niegas a asumir lo que no encaja
en los jardines de las utopías.
Ausente de mi piel, con manos frías,
la inercia es en la sangre quien trabaja
y qué desolación, qué desventaja,
buscarte a ti en mi cuerpo tantos días.
Entonces, di que ha sido un leve susto,
un paréntesis más, un modo justo,
y vas a regresar desde el espejo.
Soy sombra quebradiza, nada fuerte,
te extraño tanto que me sabe a muerte
estar solo en la imagen del reflejo.
Rosales
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