jueves, 7 de septiembre de 2023

Azul

 


Bajo el azul mural del horizonte,
en el camino hacia ninguna parte,
hundí mis pies de goma entre las piedras.
Nada esperaba del orbe sin destello
tras la puerta del fracaso.
La lágrima gigante de los espejos,
desde una cuna de humores rojos,
murmuraba que mi nombre era Invisible.

El plomo afilado de los colmillos de Dios
mordió el bisbiseo intercostal
de mi parálisis autodestructiva.
Allí, ínfima por el insultante
sol de septiembre,
besé el aliento de los peces negros
en los ojos de tu espalda,
confundiendo seno, estrella, mano y noche.

Silbó la flauta húmeda
sobre la linea isoeléctrica apical, y nos amamos.
Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Y el infinito azul lo lleva escrito en mayúsculas.


Rosales




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