Era un rayo de sol en primavera,
era un ángel con halo cristalino,
era el alma más pura y verdadera
la mujer que ha marcado mi destino.
Mi actitud vergonzosa y traicionera
la sedujo por ego masculino,
y era un juego gozar de su cadera
porque soy un estúpido cretino.
No merecen sus lágrimas a un necio,
tras mis propios engaños, me desprecio
y me bato en un duelo sin valor.
Mientras da por perdido lo que ama
y se apaga su luz sobre la cama,
agonizo sin ella por amor.
Rosales
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