Érase una vez un mago
en el país de los cuentos,
que vivía con las hadas
y reinaba entre los elfos.
Le acompañaba un dragón
con el aliento de fuego,
mientras su pluma encendía
las luces del universo.
Las horas de oscuridad
le arrastraban al infierno,
donde era su propia sangre
el alma de su tintero.
Se desplazaba en el cosmos
volando a través del tiempo,
al batir sus negras alas
por horizontes opuestos.
Y se acercaba a la Tierra
como un narrador de sueños,
para escribir sus historias
a dos metros sobre el suelo.
Rosales
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