Así me siento yo, un raro violinista
tocando bajo el techo del cielo abigarrado.
Mientras se llena el aire del alma del artista,
la luna lo acompaña tras verlo en el tejado.
Así me siento yo, el último idealista
que cambia los acordes del cosmos azulado;
al músico le gusta ser un ilusionista,
pues tiñe de colores su tono acompasado.
Así, cual solitario que escapa de la gente
y vuela entre los pájaros como otro ruiseñor,
así de igual me siento, así de diferente,
cristal, caleidoscopio y un mero observador.
Con él identifico mi pluma divergente
y, en nuestro micromundo, se está mucho mejor.
Rosales
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