Hoy la lluvia se
filtra por las tejas
de mi casa, en la
calle de las ruinas,
y las lágrimas
calan las cortinas,
el tresillo y
también las sillas viejas.
Hoy la lluvia es
el llanto de mis quejas,
es el agua de
gotas cristalinas
que arrinconan mi
pena en las esquinas
cuando encharcan
fracturas harto añejas.
Solo soy el
ridículo cacharro
que contiene un
montón de platos rotos,
con un hueco en el
alma y pies de barro.
Entre el pobre
reloj y el mustio jarro,
no soy yo la
sonrisa de la foto
que se fuma el
penúltimo cigarro.
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