Hay en el Polo Norte una arboleda
donde habita el ejército de enanos
que perfora la mina de la seda
tras la gruta repleta de gusanos.
Una tromba de fósiles se enreda
en los picos que alisan los rellanos
y abandonan el tajo que les queda
cuando trepan los bichos por sus manos.
Y, después de la plácida jornada,
se premian con jarabe para el pecho,
que destila el licor de la cascada.
Y se duermen, borrachos, sobre el techo,
pues merece una fiesta alborotada
reposar del trabajo satisfecho.
Rosales
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