Tras la sangre que brota de la atmósfera tensa,
se ha extendido la norma de la sucia manada
que, en el ring de la lucha, no se inmuta por nada
cuando ruge el imperio de la cólera inmensa.
.
En el club de los golpes, el adepto no piensa
mientras hiende los puños en el alma quebrada
del rival que se rinde con la espina doblada
y los múltiples cortes de su carne indefensa.
.
La adicción se apodera de la pila de escoria
y la tribu remata su minuto de gloria
al seguir el dictado de la ley del más fuerte.
.
A través de la rabia del doliente objetivo,
más allá de la mano del poder destructivo,
la demencia del líder ha sembrado la muerte.
Rosales
No hay comentarios:
Publicar un comentario