La vela se apagó. Ya estaba hecho
todo el trabajo, y la misión cumplida.
Salió volando el alma desde el pecho
mientras la carne abandonó la vida.
La vela se apagó. Quedó en el lecho
el caudal de su fuerza desmedida,
y regresó por el camino estrecho.
Volvió tal vez al punto de partida.
Quizás hoy su energía es otra cosa,
un pájaro, un bonsai, otra frecuencia
al transformar su talle en una rosa.
Un diseño elevado de consciencia
en esa eternidad maravillosa
donde caben más formas de existencia.
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