Brisa suave, que alientas lo animado
sobre el páramo henchido de colores
desde el soplo que orea tus dulzores
al hermoso jazmín del valle airado,
la pena que adolece en mi costado
susurra a la que inflama mis fervores,
y pide que descanso a mis temores
procure en este pecho lacerado.
Quizás al conocer cómo sonríe,
cómo engarza su voz en cascabeles,
por el aire tu faz se escalofríe
de sentir su perfume cuando vueles.
Al lograr que mi daño se desvíe,
temo que entre sus labios te acuarteles.
Rosales
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