Que estalle el corazón, que muerda un rayo
en la piel donde guardo tu veneno,
que se duerma el contorno de lo ajeno
cuando escucho tus ojos y me callo.
Que se alargue en el tiempo el mes de mayo
con tu lengua en la curva de mi seno
y que sangren las sábanas de lleno
si me arrastras al filo del desmayo.
No sientas compasión por mi derrota,
pues bebo de tus venas, gota a gota,
el amor que mi boca necesita.
Y déjame caer, deja que sienta,
porque quiero volar y darme cuenta
que mi carne en tus manos resucita.
Rosales
Hola María. Me encuentro por casualidad con este blog tuyo y me llevo un alegrón. Es posible que no me recuerdes porque hace tiempo que no publico nada en Facebook, pero sí entro de vez en cuando a leer,entre otras cosas, tus excelentes sonetos (el de esta entrada es un ejemplo más de belleza y perfección). Te sigo -y te admiro como poeta- desde aquellos tiempos de "Al abrazo del soneto" donde tuve el honor de participar con algunos de los míos.
ResponderEliminarVolveré con cada publicación tuya y,si tienes tiempo y lo derseas, te invito a visitar mis blogs (uno de ellos exclusivo de sonetos).
Fuerte abrazo, poeta.
¡Claro que me acuerdo! Muchísimas gracias por entrar y comentar. Un fuerte abrazo, poeta.
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