Es volátil la falacia
del suspiro terrenal
que se oxida,
la existencia nos agracia
con el hábito carnal
de la vida.
Somos los observadores
y el palpitar recurrente
del engaño;
atravesamos dolores
con una cuz en la frente
año a año.
¿Adónde iremos después,
cuando se apaguen las luces
de uno mismo?
¿Tendrán alas nuestros pies
o caeremos de bruces
al abismo?
Rosales
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