Regresa y fluye y gira y me traspasa,
como un rayo abismal, la carne muda,
me dice que me extraña y se desnuda
con toda su potente insinuación.
Se abre camino al golpe entre mis
sienes,
mientras cruza la piel el verso vivo
-un algo delicioso y compulsivo-,
cuando vuelve a atraparme el corazón.
A la voz escondida de mis sueños,
la abraza y la emociona y la libera,
reluce como el sol de primavera,
que puede esclarecer una verdad.
Salen del cuerpo estrellas y canciones
para unirse a los múltiples detalles
de un poema que corre por las calles
y
estrena su preciosa libertad.
Rosales
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