Hoy vago
por la casa hablando sola,
abandono
mi cuerpo, y estoy ida,
como el
fantasma de mi propia vida,
con el
alma anudada, hecha una bola.
Es
marcharte y sentir llegar la ola
de la
gris sensación de estar perdida,
al
escurrirme toda por la herida
de mi
verso de sangre y amapola.
Donde
olvido que nunca fuimos nada,
mi mente
seguirá desordenada
cuando vuelvas y a besos me deshueses.
Me
debilito en este invierno mío,
pues me
alejo y me nublo y me extravío
aunque
muera, también, por que regreses.
Rosales
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