Es el pulso febril que me enajena,
son las ganas olímpicas de olerte,
la odisea de amar en cuarentena,
enseñarle las garras a la muerte.
.
Transgredir el cristal de la condena
por el loco delirio de quererte,
y plantar alegría en cada pena
cuando quede in instante para verte.
.
Es la idílica imagen que codicio,
acercarme a mirar al precipicio
si mi cuerpo a tu cuerpo se acomoda.
.
Escuchar al oído que me amas,
reducirme a cenizas en tus llamas
hasta que el fuego me consuma toda.
Rosales
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