Si Wendy no te hubiera descubierto,
estarías jugando al pilla pilla
por ser ese mocoso boquiabierto
que estima la ocasión maravilla.
Si Wendy no supiera que era cierto,
seguiría tu affaire con Campanilla,
aun metiendo la pata -y a cubierto-,
desde el dedo del pie hasta la rodilla.
Peter Pan, no te centras ni maduras,
oscilas entre varias aventuras,
y te bebes el aire a bocanadas.
Campanilla se va, Wendy te deja.
Ahora vuelas solo, sin pareja,
y te quedas sin polvos y sin hadas.
Rosales
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