miércoles, 6 de septiembre de 2023

Vil calavera

 


Sobre el mar de los muertos, vuela el barco pirata
para hacer prisionera a la insigne fragata
donde bogan esclavos con cadenas de sal.
Cuando ondea en el mástil la innombrable bandera
de las épicas dagas y la vil calavera,
los soldados advierten la tragedia letal.

Con el parche en el ojo y la pata de palo,
tras el gélido aliento de su cara de malo,
vocifera el bandido que sujeta el timón.
Hay rugidos a bordo cuando raspan el agua
y, en la seda marina de las olas, se fragua
la dramática gesta tras el hosco cañón.

Les ayudan sirenas con sus mágicas voces,
que susurran canciones a los hombres feroces,
tras sus torsos desnudos y sus colas de pez.
Y enloquece la turba, y se trunca el destino,
bajo el lúcido seno del crespón cristalino,
cuando acoge las almas de la prístina tez.

El canalla ovaciona la victoria inaudita,
salen rayos de fuego de su barba maldita,
mientras suma a sus arcas el preciado botín.
El licor del combate le humedece la ropa
y derrama blasfemias en las sombras de popa
por la euforia del triunfo y el glorioso festín.

En el hombro, vigila su fantástico loro
el caudal de esmeraldas y monedas de oro
cuando escucha los ojos de la cruel multitud.
No comprende las ansias por los necios metales
ni el inmundo saqueo de tesoros banales
y se aleja del barco tras la infame actitud.


Rosales 





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