Teníamos la edad de los idiotas
que albergan el futuro entre sus dedos;
con poca madurez y pocos miedos,
el peso nos dejó las manos rotas.
Sumidos en fatídicas derrotas,
nos vino grande el fardo del destino
al no poder frenar el desatino
del aire envenenado de butano.
¿Por qué mudó la vida tan temprano
la alfombra que nos puso en el camino?
Nos fuimos alejando en la violenta
distancia que crecía, poco a poco;
quisimos escapar casi a lo loco
y el mundo pereció en nuestra tormenta.
Estábamos los dos, sin darnos cuenta,
metidos en un puño emocional.
Después llegaba el ángel del final,
el ángel del final llegó después,
dispuso encadenarte por los pies
y hundió tu juventud en lo abisal.
Hoy debo lamentar tu aniversario,
se cumplen muchos años de tu huida,
el golpe más amargo de mi vida
y el trágico cendal del calendario.
¡Qué duro fue envolverte en el sudario!
¡Me quedan tantas cosas por decirte!
¿Estás arrepentido de morirte?
Sabrás que, tras tu ausencia, soy más fuerte,
el plástico en acero se convierte
y puede mi dolor sobrevivirte.
Rosales
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