Yo no quiero tus besos. Es bastante
con saber, que en el tránsito, te alejas.
No me ablandan tus lloros ni tus quejas
por cansino, por tonto y por cargante.
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He pasado la página irritante
donde hicimos metáforas complejas
porque quiero sanar heridas viejas
cuando tengo la vida por delante.
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Te has quedado detrás. Es tu castigo
no servirme de amante ni de amigo
aunque intentes que abrace tus empeños.
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Te despejo, además, de cualquier duda,
la verdad es mortal y así de cruda:
he dejado de amarte hasta en los sueños.
Rosales
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