No vengas con tus ánimos de entierro,
con tu eterna amargura insoportable,
a agobiarme en tu abrazo lamentable
mientras muerdes mi cuello como un perro.
No vuelvas a pudrirme en el encierro,
a sembrar confusión en lo palpable,
a infligir una herida miserable
con tu navaja de oxidado hierro.
Reconozco las formas del bestiario
del enérgico abismo imaginario
donde procuras convertirme en presa.
No vuelvas con tu sórdida venganza
a decir que has matado la esperanza,
pues vivir con rencor no me interesa.
Rosales
No hay comentarios:
Publicar un comentario