El club de los miocardios en barrena
se niega a recibir más estropicios,
con sístoles y diástoles de pena
y un gasto en la función sin beneficios.
El club de los miocardios en cadena
se cansa de escalar los precipicios,
de ser el sufridor por cuenta ajena
y quiere regresar a los inicios.
El club de los miocardios da un portazo,
el músculo se activa en el abrazo
que le sirve de forma y melodía.
El club de los miocardios, decaído,
desiste de asumir otro latido
si no es para saltar de la alegría.
Rosales
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