Cada día me duele un poco menos.
Aunque el estrés me araña y causa estragos,
con una mano debilito truenos,
con la otra transformo arena en lagos.
En descampados de visiones llenos,
llueven las trampas tras sus flashes vagos.
Me autoconvenzo de que son ajenos
los contratiempos que divido en pagos.
Dejo en el árbol madre suspendido
el para siempre que murió de nada,
reconvertido en espesor de nieve.
En este mundo, a sílabas de olvido,
a veces es tu ausencia la invitada,
porque te sigo viendo en el relieve.
Rosales
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