Con los ojos en blanco, el cuerpo inerte
y seccionado el hálito vital,
se activa un chip pequeño de metal:
el cerebro regresa de la muerte.
Lo implantan en la zona temporal
y reestablece todas las funciones,
el lenguaje, el placer, las conexiones.
Se llama inteligencia artificial.
Más allá del ensueño y las visiones,
estimula motivos y neuronas
cuando insisten también en ser personas
al fusionar circuitos y emociones.
Son maquinas que clavan instrucciones,
son híbridos con la memoria llena,
el envoltorio de la mente ajena
en un lugar cercano del futuro
donde el sol es hostil y el aire es duro
y el humano común no está en la escena.
Rosales
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