Invento papalotes en el viento
y extiendo la ilusión de un sueño alado.
Tengo en el pelo un pájaro extraviado,
una idea que vuela sin aliento.
Mi fiera continencia y mi alimento
hacen gala de un vicio inesperado:
te devoro con un solo bocado
y te bebo de un solo pensamiento.
En el halo fugaz, luminiscente,
de este mi terco afán que te desgrana,
se distingue un color sobresaliente.
Pasa otro día, pasa otra semana
y la brisa se presta recurrente
cuando me trae tu olor cada mañana
Rosales
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