El miedo es una bestia despiadada,
un plazo en el temor a cuotas harto,
aquella enredadera por el cuarto
donde pace una vida mutilada.
El miedo es ese troll en la fachada
de un corazón al borde del infarto,
la dosis que se entrega en el reparto
de la inquietud estable y desplazada.
Un asesino que parece bueno,
la voz que agarra y suelta la manía
de evitar la ocasión del mal ajeno.
Reduce, por tu bien, la valentía,
tras su espectáculo de dramas lleno,
y debes cotizar con tu energía.
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