En mi defensa afirmaré ser poco,
una existencia pobre, nimia y breve,
molécula del sueño en el que evoco
el nombre que me araña y me conmueve.
Diré que soy un pensamiento loco,
la mínima expresión que el alma mueve,
el ápice de vida en que me enfoco
sobre la imagen móvil del relieve.
Apenas un efímero espejismo,
una habitante del infierno mismo
en otra rotación evolutiva,
la alumna del eterno aprendizaje
de aprovechar la atmósfera del viaje
en el curso avanzado de estar viva.
Rosales
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