No tengo ni pasado ni presente.
El futuro es mi nave de regreso.
En mi cuerpo, atrapada, está la mente
como un punto de luz que acaba preso.
Recuerdo no ser nadie, vagamente,
al cruzar la barrera del proceso,
la mística en su búsqueda inconsciente
de volver a encarnar latido y hueso.
Aquí, bajo la piel, soy la acrobacia
que aguarda en el perfil de la falacia
un pálido recuerdo que me asombre,
el flash, un déjà vu de quién he sido
y a qué nivel del mar he descendido
sin memoria, sin título y sin nombre.
Rosales
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