Me alerta tu amenaza intermitente,
ridícula, que agota la paciencia.
Ignoras el valor de mi existencia
vistiéndote con traje de serpiente.
Aléjate de mí, es suficiente,
me amarga tu veneno y tu presencia,
la nube negra hostil de la apariencia
y tu orgullo de macho intransigente.
Defiendo el territorio protegido
como una loba lista, fuerte y sabia
con mi alma que tuviste prisionera.
Jamás en un combate me has vencido,
pues late, por encima de tu rabia,
mi corazón valiente de guerrera.
Rosales
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