Te lo llevaste ayer, cuando viniste
y no me recupero aún del susto.
Lo quieres abrazar cuando estés triste,
pues me robaste el corazón a gusto.
Te lo llevaste ayer, y no pudiste
entender la razón de mi disgusto.
-Lo guardaré conmigo- me dijiste,
pero es que a mí no me parece justo.
Ni un latido olvidaste que te sobre
y a cambio dejas el espacio pobre
donde apenas se escucha algún murmullo.
Me lo arrancaste ayer, maldita sea,
y espero a que retomes la tarea
de devolverlo. O que me des el tuyo.
Rosales
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