No es que me maraville cómo escribes,
es que me maravilla cómo piensas.
La lámpara del genio es donde vives.
A blíster de unidosis, te dispensas.
Le sacas punta a cimas y declives,
derrota tu inventiva mis defensas
porque, en esos matices que percibes,
suavizas con humor las zonas tensas.
Me maravilla el ojo y la mirada,
la idea que se queda atravesada
entre el retorno físico y virtual;
la forma en cómo cuentas lo cercano
o el hecho del milagro cotidiano
y el cierre del poeta excepcional.
Rosales
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